lunes, 29 de abril de 2013

Prueba: Jaguar XJ 3.0 275 CV

Los tiempos cambian y el “tic-tac” dicta, de eso no hay duda. Nadie está a salvo del paso del tiempo, al igual que el latir del corazón, es una máquina que nunca para. Envejecer para algunos es sinónimo de virtudes como la sabiduría, de mejora como el buen vino; para otros, quizás, de todo lo contrario.

Ha llovido mucho desde que Sir William Lyons, fundador de la empresa automotriz Jaguar, posara orgulloso junto al mítico E-Type. La marca inglesa ha luchado por mantenerse a flote desde entonces siendo objeto de venta hasta la actualidad, propiedad de Tata Motors. El cambio se veía necesario, el felino necesitaba quitarse las telarañas y arañar a sus competidores. Nosotros nos hemos puesto al volante del buque insignia de la marca que sufrió una transformación sin precedentes. ¿Volverá a ser todo un depredador? Descúbrelo…


Buena planta

Cierto es que el amor no entiende de exteriores, pero en un coche las reglas del juego cambian. Puesto a comparar, si juntamos una imagen de la tercera generación del XJ con la actual, no nos cabe duda que los diseñadores, al menos, se han esmerado. Éste luce una imagen mucho más acorde a su tiempo, el segmento de las berlinas de representación se encuentra en franca decadencia por un mercado cada vez más competitivo en el que los pequeños detalles harán declinar la balanza.

Nuestro galán presume de belleza. Los faros con tecnología Bi-Xenón HID con luces LED, junto con la ancha parrilla, la moldadura del capó y las amplias tomas de aire nos adentran en una atmosfera deportiva. Estamos ante un Jaguar, por lo que los detalles en cromado no pueden faltar. La parte trasera se encuentra presidida por los alargados pilotos que simbolizan “las garras del gato”, una zona más sencilla rematada con la doble salida de escape. La unidad en la que voy subido recibe el apellido “Luxury”, el acabado que da acceso a la gama que incluye llantas de 18 pulgadas.



No es oro todo lo que reluce…

Conducir un vehículo de esta clase es una experiencia que no se te olvida con facilidad. Esto no se debe principalmente a la potencia, en el caso de nuestro protagonista el propulsor debe mover una estructura de 1796 Kg., una cifra que ronda la mayoría y que hace que las sensaciones dinámicas no sean un punto a destacar. Lo que hace de ellos máquinas extraordinarias es el mimo con el que se han construido. Su principal público, un hombre de más de cuarenta años, asentado y con familia, espera “sentirse como  un rey”.

Al entrar al habitáculo no te reciben como si un trono fueras a ocupar, pero sí destaca la cantidad de materiales nobles que estructuran todo el conjunto. La consola central se encuentra presidida por una amplia pantalla de 8 pulgadas táctil desde donde podemos controlar el navegador, sistemas de entretenimiento, etc. Un reloj analógico en color azul, similar al del Maserati Quattroporte, nos da una pista del tipo de coche en el que nos acabamos de subir. Si bien es cierto, que no abundan los botones como en otros interiores, se trata de conducir un coche, no pilotar un avión de combate.

El puesto de conducción, obviamente, se distingue por la comodidad y ergonomía. Llama la atención el cuadro de instrumentos digital convertido en una pantalla TFT de 12,3 pulgadas, un detalle personal y moderno, quizás, demasiado para mi gusto.

Hasta aquí, el Jaguar XJ gusta y mucho. El problema viene cuando tus tres hijos, que son de talla alta, quieren viajar contigo. Las plazas traseras no dejan un espacio para las piernas propio de un vehículo de más de cinco metros y si mides más de 1.80… no te sientas discriminado pero la plaza central no está disponible para ti. Cierto es que los problemas nunca vienen solos y el maletero, con un escalón en el interior y dificultoso acceso, no hace sino que incomodar. Conseguir una línea de diseño deportiva y esperar que el interior no se vea afectado, resulta más complicado si cabe que ver a Urdangarín ingresar en prisión. Aunque yo era de los que decía que España nunca pasaría de cuartos… A pesar de ello, los 520 litros que cubica son suficientes.



El movimiento se demuestra andando.

Sin más preámbulos pulso el botón que hace despertar el corazón de este felino. El sistema de cambio automático nos da la bienvenida apareciendo en el túnel de transmisión. Solo resta colocar la rueda en “D” para que éste comience a caminar y darnos cuenta que no vamos trotando encima de un animal: la suavidad con la que nos desplazamos sobresale. El tacto de la dirección adaptativa permite mover con facilidad este navío de 5.12 metros. Pero no nos volvamos locos, este animal salvaje no concibe la angosta ciudad, prefiere la inmensidad de la autovía. Viajando es dónde las prestaciones del Jaguar rentabilizan el desembolso de dinero – disponible desde 80.000 €-. La suspensión neumática trabaja engullendo cada imperfección de la calzada y el aplomo con el que rodamos es latente.

El chasis, construido en aluminio y magnesio, consigue frenar la báscula antes que sus competidores lo que propicia un mayor dinamismo en marcha y, según afirma la compañía, una mayor protección en caso de colisión. El propulsor que monta esta versión, el V6 3 litros turbodiésel de inyección directa con 275 CV, es la compra más razonable. La sobrealimentación, a cargo del turbocompresor de geometría variable, es capaz de azotar la zaga del Jaguar con una fuerza inusitada pegándote literalmente al asiento. No está concebido para ser más rápido que las bicicletas de Cristiano Ronaldo pero, aún así, las cifras de aceleración no lo dejan en mal lugar y el empuje de la fiera es correcto – de 0 a 100 km/h en 6.4 segundo con un par motor de 600 Nm.-.


En la vasta autopista convence, ¿pero lo hará en el manoteo de enlazadas? Lo cierto es que le cuesta. El cuadro de instrumentos se colorea de un rojo intenso al accionar el botón que predispone al XJ a una conducción deportiva. Los muelles cobran más dureza y la dirección se vuelve más intuitiva y directa. Es hora de colocar nuestros dedos en las levas que reposan detrás del volante y creernos todo un Fernando Alonso. El motor estira hasta pasadas las 4.000 vueltas y el rugir de la bestia se manifiesta. Aunque el tarado del chasis es bueno, no pretendas exigirle más que eso. El balanceo es propio de un vehículo de estas dimensiones y devorar curvas no es su virtud.

En nuestra prueba, el Jaguar XJ 3.0 se ha conformad con 8.2 litros a los 100km. Lo cierto es que, el hermano inferior, el XF, puede darte sensaciones parecidas incluso mejorarlas en algunos apartados. Por otro lado, la comodidad es inmejorable. ¿Compensa? Juzguen ustedes mismos…

Enrique León
@QuiqueLeon4

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