Ha llovido mucho desde que Sir
William Lyons, fundador de la empresa automotriz Jaguar, posara orgulloso junto
al mítico E-Type. La marca inglesa ha luchado por mantenerse a flote desde
entonces siendo objeto de venta hasta la actualidad, propiedad de Tata Motors.
El cambio se veía necesario, el felino necesitaba quitarse las telarañas y
arañar a sus competidores. Nosotros nos hemos puesto al volante del buque insignia de la marca que sufrió
una transformación sin precedentes. ¿Volverá a ser todo un depredador? Descúbrelo…
Buena planta
Cierto es que el amor no entiende
de exteriores, pero en un coche las reglas del juego cambian. Puesto a
comparar, si juntamos una imagen de la tercera generación del XJ con la actual,
no nos cabe duda que los diseñadores, al menos, se han esmerado. Éste luce una
imagen mucho más acorde a su tiempo, el segmento
de las berlinas de representación se encuentra en franca decadencia por un
mercado cada vez más competitivo en el que los pequeños detalles harán declinar
la balanza.
Nuestro galán presume de belleza.
Los faros con tecnología Bi-Xenón HID con luces LED, junto con la ancha
parrilla, la moldadura del capó y las amplias tomas de aire nos adentran en una
atmosfera deportiva. Estamos ante un
Jaguar, por lo que los detalles en cromado no pueden faltar. La parte trasera
se encuentra presidida por los alargados pilotos que simbolizan “las garras del
gato”, una zona más sencilla rematada con la doble salida de escape. La unidad
en la que voy subido recibe el apellido “Luxury”, el acabado que da acceso a la
gama que incluye llantas de 18 pulgadas.
No es oro todo lo que reluce…
Conducir un vehículo de esta
clase es una experiencia que no se te olvida con facilidad. Esto no se debe
principalmente a la potencia, en el caso de nuestro protagonista el propulsor
debe mover una estructura de 1796 Kg., una cifra que ronda la mayoría y que
hace que las sensaciones dinámicas no sean un punto a destacar. Lo que hace de
ellos máquinas extraordinarias es el
mimo con el que se han construido. Su principal público, un hombre de más de
cuarenta años, asentado y con familia, espera “sentirse como un rey”.
Al entrar al habitáculo no te reciben como si un trono fueras a ocupar,
pero sí destaca la cantidad de materiales nobles que estructuran todo el
conjunto. La consola central se encuentra presidida por una amplia pantalla de 8
pulgadas táctil desde donde podemos controlar el navegador, sistemas de
entretenimiento, etc. Un reloj analógico en color azul, similar al del Maserati
Quattroporte, nos da una pista del tipo de coche en el que nos acabamos de
subir. Si bien es cierto, que no abundan los botones como en otros interiores,
se trata de conducir un coche, no pilotar un avión de combate.
El puesto de conducción, obviamente, se distingue por la comodidad y ergonomía.
Llama la atención el cuadro de
instrumentos digital convertido en una pantalla TFT de 12,3 pulgadas, un
detalle personal y moderno, quizás, demasiado para mi gusto.
Hasta aquí, el Jaguar XJ gusta y
mucho. El problema viene cuando tus tres hijos, que son de talla alta, quieren
viajar contigo. Las plazas traseras
no dejan un espacio para las piernas propio de un vehículo de más de cinco
metros y si mides más de 1.80… no te sientas discriminado pero la plaza central
no está disponible para ti. Cierto es que los problemas nunca vienen solos y el
maletero, con un escalón en el
interior y dificultoso acceso, no hace sino que incomodar. Conseguir una línea
de diseño deportiva y esperar que el interior no se vea afectado, resulta más
complicado si cabe que ver a Urdangarín ingresar en prisión. Aunque yo era de
los que decía que España nunca pasaría de cuartos… A pesar de ello, los 520
litros que cubica son suficientes.
El movimiento se demuestra andando.
Sin más preámbulos pulso el botón
que hace despertar el corazón de este felino. El sistema de cambio automático nos
da la bienvenida apareciendo en el túnel de transmisión. Solo resta colocar la
rueda en “D” para que éste comience a
caminar y darnos cuenta que no vamos trotando encima de un animal: la
suavidad con la que nos desplazamos sobresale. El tacto de la dirección adaptativa permite mover con
facilidad este navío de 5.12 metros. Pero no nos volvamos locos, este animal
salvaje no concibe la angosta ciudad, prefiere la inmensidad de la autovía.
Viajando es dónde las prestaciones del Jaguar rentabilizan el desembolso de
dinero – disponible desde 80.000 €-. La suspensión
neumática trabaja engullendo cada imperfección de la calzada y el aplomo con el
que rodamos es latente.
El chasis, construido en aluminio
y magnesio, consigue frenar la báscula antes que sus competidores lo que
propicia un mayor dinamismo en marcha y, según afirma la compañía, una mayor
protección en caso de colisión. El propulsor
que monta esta versión, el V6 3 litros turbodiésel de inyección directa con 275
CV, es la compra más razonable. La sobrealimentación, a cargo del
turbocompresor de geometría variable, es capaz de azotar la zaga del Jaguar con
una fuerza inusitada pegándote literalmente al asiento. No está concebido para
ser más rápido que las bicicletas de Cristiano Ronaldo pero, aún así, las
cifras de aceleración no lo dejan en mal lugar y el empuje de la fiera es
correcto – de 0 a 100 km/h en 6.4 segundo con un par motor de 600 Nm.-.
En nuestra prueba, el Jaguar XJ
3.0 se ha conformad con 8.2 litros a los 100km. Lo cierto es que, el hermano
inferior, el XF, puede darte sensaciones parecidas incluso mejorarlas en
algunos apartados. Por otro lado, la comodidad es inmejorable. ¿Compensa?
Juzguen ustedes mismos…
Enrique León
@QuiqueLeon4